Compatriotas:
En este difícil momento quiero dirigirme a ustedes
para explicarles las razones de mi renuncia al Partido Nacionalista Peruano,
que no es una renuncia a la Gran Transformación sino una afirmación de que
debemos seguir soñando y luchando por ella.
He presenciado con indignación e impotencia cómo se
ninguneó la real y legítima demanda de Espinar.
He visto a defensores de los derechos humanos
detenidos arbitrariamente, enmarrocados como delincuentes, maltratados y
humillados. He visto cómo se detuvo arbitraria y violentamente a una autoridad
local que intentó pacientemente hacer eco de la demanda de su pueblo. He visto
las lágrimas de su pueblo indignado ante esa detención. ¿Creen ustedes que un
alcalde –en su sano juicio- pondría bombas molotov en sus camionetas de
serenazgo en una ciudad llena de policías y periodistas?
¿Algún medio habla de los muertos? ¿Existe una
investigación de esas muertes? Condeno como ustedes toda manifestación de
violencia, venga de donde venga e invoco a quienes protestan legítimamente lo
hagan con responsabilidad. Pero me indigna que nuestro gobierno avale la
represión y la criminalización como modo de resolución de los conflictos. Y me
indigna que en lugar de determinar las responsabilidades políticas
correspondientes se me haya acusado a mí de causar el conflicto e incluso las
muertes. Y me duele que este ataque de los medios de comunicación de la
derecha, haya sido refrendado públicamente por funcionarios de nuestro gobierno
y nuestro propio presidente. El informe que primero dijeron que no existía y
luego dijeron que yo había manipulado sí existe. Siempre dije la verdad y lo
demostraré cuantas veces sea necesario.
Pero este no es un problema personal. Este es un
problema político.
El modelo económico neoliberal que tanto
denunciamos sigue intacto, ya nadie lo cuestiona siquiera. Los programas
sociales del gobierno no pueden sustituir una política de derechos y de
protagonismo social activo. Los grupos de poder mantienen sus redes de
influencia en diversos niveles de gobierno, se empieza a criminalizar la
protesta y a descalificar a todos aquellos que ejercen su legítimo derecho a la
protesta adjetivándolos como “radicales”, “extremistas”… ¿No les suena ese
libreto? ¿No les recuerda nada? A mí sí, me recuerda cómo nos descalificaba la
derecha cuando como Partido Nacionalista salíamos a respaldar las demandas del
pueblo, algunos en las calles, los otros en la prensa. “Chavistas”,
“violentistas”, nos decían, y el “cuco” era Ollanta.
No podemos dejar de estar del lado del pueblo.
No podemos renunciar a nuestros principios, no
podemos renunciar a nuestros sueños. Por eso es que hoy, para resguardar
los míos –mis principios y mis sueños-, renuncio al Partido Nacionalista
Peruano.
Que me voy para que no me boten, es cierto. Que
algunos se decepcionarán de mí, otros me satanizarán, seguro; asumo ese costo.
Que debí esperar, quizás; pero también espero que comprendan que cada militante
tiene también sus propios tiempos políticos. Algunos llegamos antes, otros
llegaron después. Algunos nos vamos antes, otros, quizás, se vayan después.
Todos, espero, nos mantendremos firmes en nuestro compromiso y nuestros
principios.
Quiero que sepan que estoy profundamente agradecida
con los militantes y bases nacionalistas que me dieron su respaldo en este
difícil momento de linchamiento mediático. Sin ese apoyo no hubiera podido
parchar mi corazón para seguir andando. Quiero agradecer especialmente a los
jóvenes nacionalistas con quienes compartí tantas luchas, en las calles, en las
redes, por su confianza y su respaldo.
La Gran Transformación sí es posible. Sé que en
ese camino nos vamos a seguir encontrando, ojalá en articulaciones políticas y
sociales mayores, más democráticas, más libertarias.
Me sumo a todos aquellos que siguen creyendo que
otro Perú es posible, con solidaridad, justicia y paz social.
Fraternalmente
Vero Mendoza

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