*Por Julio
Quispe
El 30 de
setiembre pasará a la historia como el día en que el pueblo peruano, cansado de
tanta insania, manipulación y descrédito de la clase política disolvió al
congreso y toda la casta corrupta que mantuvo al país sumido en la peor
corrupción de toda su historia.
Los 32 millones
de peruanos que no podían tolerar un congreso de la república asaltado por organizaciones
criminales, un poder judicial con jueces dedicados a liberar delincuentes y
violadores, un poder ejecutivo sin capacidad para gobernar.
Todo el orden
constitucional torcido, maquinado y adecuado para favorecer grupos de poder
oscuro en afrenta directa al pueblo, una maquinaria construida para desmantelar
los recursos naturales y aniquilar a los defensores medioambientales.
Los juristas
pueden pasarse todas sus vidas discutiendo sobre las formas de ponerle fin a
esta situación, es más, habrá cuestionen la constitucionalidad de la disolución
del Congreso, lo cierto es que hubo un presidente escuchó al pueblo y jugó
todas sus credenciales para materializar el clamor del pueblo.
De manera
que el presidente Martín Vizcarra se puso al servicio del pueblo y tomó la decisión
de respaldarse con las calles para disolver un congreso que no representa a
nadie, cuyos miembros conformado mayoritariamente por fujimoristas y apristas, escribieron
su propia crónica negra.
Los actos
de las últimas horas nos sirven para dirimir entre el bien y el mal, un
Congreso de la República que luego de ser disuelto procedió a ‘suspender al presidente
por incapacidad temporal’ y juramentó a la segunda vicepresidenta como presidenta
de la República.
Paralelamente,
en Palacio de Gobierno, juramentaba al nuevo presidente del Consejo de
Ministros Vicente Zevallos y se aprestaba a nombrar el nuevo gabinete
ministerial, al mismo tiempo el Diario oficial el peruano publicaba la
convocatoria a nuevas elecciones parlamentarias.
En Lima,
como en todas las ciudades del interior del país, miles de ciudadanos se
volcaron a las calles para respaldar al presidente Vizcarra, avanzaron hasta
apostarse al frente al parlamento, exigiendo que los inquilinos del palacio
legislativo abandonen el edificio.
Mientras
escribo estas líneas tenemos dos presidentes, Martín Vizcarra instalado en el
Palacio de Gobierno con el respaldo unánime de los altos mandos de las fuerzas
armadas y policiales, con la garantía de ciudadanos de todo el país movilizado
y al otro lado doña Mercedes Aráoz, quien se puso al servicio del disuelto
Congreso en clara representación de la impunidad.
Como nota
final, no podemos olvidar al dirimente presidente del Consejo de Ministros
Salvador del Solar, quien en un acto valiente se dirigió al parlamento nacional
a plantear la segunda cuestión de confianza, lo hizo, pese a las restricciones y
cierra puertas ordenado por Olaechea.
¿Qué pasará
mañana?, es la pregunta que se hacen miles de peruanos, pero se avizora
respirar un clima de paz, con que se le haya devuelto a los ciudadanos el poder
de elegir a sus próximos representantes, creo que toca no volver a equivocarse
en escoger bien el trigo de la paja.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Alentamos su opinión, solo recuerde que lo que escribe dice mucho de Ud.